miércoles, mayo 16, 2007
Los créditos del mundo
Se apagan las luces la última vez, cada una con su demora de miles o millones de años. Hay un instante de oscuridad absoluta y comienzan a correr créditos. Alcanzamos (bueno, ya no estamos pero especulemos) a preguntarnos quién habrá hecho qué, suponiendo, como hasta ahora, que o bien se trató de la obra de uno solo (¿Uno Solo?) y esta va a ser la lista de créditos más aburrida de todos los tiempos, o bien de dos, y con eso lo máximo que podemos esperar es la sorpresa de haber acertado o no. Muy seguramente la banda sonora, al menos en los mejores momentos, y con ella tal vez la coreografía, hayan sido hechas por el de la mala fama (al menos es quien la ha tenido por más tiempo, aunque hacen méritos por empatarlo). Como es posible que haya metido mano en los mejores diálogos. Habrá que preparar los tomates para el que se hizo cargo de la edición, si se puede decir que se hizo cargo. Los efectos especiales, digámoslo, han sido demasiado dramáticos, como si cada segundo fuera una escena de Los diez mandamientos o qué se yo. La historia, además, es en exceso patética, y los protagonistas dejan mucho que desear: siempre ha sido evidente que su calidad de estrellitas ofusca su desempeño o la mejor identificación con sus papeles, o incluso de sus papeles. Las palmas, todas sin la menor duda, se las llevan los extras: ellos son el verdadero espíritu de este cuento. Pero por supuesto, no todos van a ser mencionados.
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