jueves, julio 26, 2007

Hilo

Dios, viejísimo, se encuentra en medio de la Nada el cabo de un hilo, se enreda con él, como nos toca a nosotros cuando no vemos por dónde pasó una araña, y después de superar la molestia lo agarra y lo observa. El hilo llega desde el infinito oscuro, lleno de colores: si le diera alguna luz brillaría como un prisma. Dios se concentra apretándolo entre las yemas de los dedos (o su equivalente) y se deja llevar. Repasa desde el final hasta el principio una historia que ya se le había olvidado, viéndola engordar de a poquitos, convertirse en una cuerda gruesa, enorme y anudada y adelgazar otra vez, hasta terminar con su cara en el otro extremo, sorprendida y vieja, sosteniendo el principio del mundo.

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